martes, 21 de diciembre de 2010

Una historia estremecedora...(TAWBA)

Todavía no tenía treinta años cuando tuve mi primer hijo, todavía me acuerdo de esa noche.
Como siempre estaba hasta muy tarde con el grupo de amigos hablando de tonterías y de cosas no correctas y normálmente era yo el que se encargaba de hablar mal de gente y hacer reir a mis colegas.
Y como me burlaba de todo el mundo, mucha gente me evitaba para que no me burlase de ellos.
Recuerdo que en aquella noche me burle de un ciego que mendigaba en el mercadillo
y puse mi pie enfrente de él para tirarle al suelo y así divertirnos.
Volví a casa muy tarde, como siempre, y encontre a mi mujer esperándome, pero estaba en muy mal estado, y me preguntó:
"¿Rashed dónde estabas?"
Le dije burlándome: "En Marte...", por supuesto con mis amigos.
Calló una lágrima en su mejilla.
Sentí que había ignorado a mi esposa, al no estar más tiempo con ella en su último mes de embarazo.
La llevé al hospital. Durante muchas horas sufrió los dolores del parto esperando para dar a luz, yo estaba esperando pero me cansé de esperar y me fuí a casa. Dejé mi telefono para que me dieran la buena noticia.
Después de una hora me llamaron para avisarme de que mi hijo Salem había nacido, me fuí rápidamente para el hospital, pero cuando me vieron no quisieron decirme en que habitación estaban y me dijeron que fuera a hablar con la doctora de mi mujer.
Les grité que quería ver a mi hijo primero pero insistieron en que fuera a ver a la doctora primero, me dijo que mi hijo tenía alguna deformidad en sus ojos y que parecía ciego.
Bajé mi cabeza controlando mis lágrimas y me acordé de aquel ciego del mercado que había tirado para reirnos de él...
¡Alabado sea Allah!, igual que haces...Él (SWT) devuelve.
Me quedé callado, no sabía que decir y me acordé de mi esposa y mi hijo, y me fui para ver a mi mujer.
Mi mujer no estaba triste porque era muy creyente y tenía mucha fe, y siempre me aconsejaba no hablar mal de la gente o burlarme de ellos.
Salimos del hospital con nuestro hijo Salem, y la verdad es que no me interesaba mucho, era como si no estuviera y cuando lloraba huía a la sala para dormir; mientras mi mujer lo quería y cuidaba mucho, yo no lo odiaba pero no lo quería...
Mi hijo creció y empezó a gatear, pero lo hacía raro. Y cuando llegó al año intentó andar y nos dimos cuenta de que era cojo y ahí más manía le tuve. Después mi mujer tuvo otros dos hijos Omar y Jaled.
Pasaron los años y Salem creció y también sus hermanos, yo seguía sin quedarme mucho en casa, siempre estaba con mis amigos.
Mi mujer no se cansó nunca de guiarme al bien y de suplicar a Dios que me guie, no se ponía nerviosa con todo el mal que hacía, aunque se ponia triste por verme ignorando a mi hijo Salem y estar más por sus hermanos. Pasaron más años y no rechacé la petición de mi mujer de ingresar a mi hijo en un colegio especializado para inválidos, los años pasaban y yo seguía igual.
Un viernes, me levanté a las 11, y todavía me quedaba mucho tiempo para el banquete al que estaba invitado. Me puse la ropa y me perfumé, y mientras estaba saliendo ví a mi hijo Salem llorando fuértemente en la sala.
Intenté ignorarle pero no pude, le miré y le pregunté: "¿Por qué lloras?", al darse cuenta de que estaba cerca de él, empezó a tocar con sus manitas para alejarse de mí. Parecía que quería decirme: "Ahora te has dado cuenta de que estoy, después de diez años".
Le seguí mientras se dirigía a su habitación. Al principio rechazaba decirme por qué lloraba, pero cuando me puse cariñoso con él, empezó a contarme y yo le escuchaba temblando.
Su hermano Omar que siempre le acompañaba para ir a la mezquita había tardado, y como era la oración del viernes tenía miedo de no encontrar sitio en la primera fila.
Por eso, cuando llamó a su hermano y a su madre, y nadie le contestó, empezó a llorar. Miraba sus lágrimas cayendo de sus ojos y no aguanté escuchar el resto de sus palabras, por eso puse la mano en su boca y le dije: "¿Por eso llorabas?
Me dijo: "Sí".
Me olvidé del banquete y los amigos, y le dije: "¿Sabes quien te va a llevar a la mezquita hoy?. Respondió: "Seguro que Omar pero siempre tarda"
Le dije no, yo voy a llevarte, al escuchar, creyo que era una de mis bromas y nuévamente comenzó a llorar. Le sequé las lágrimas con mi mano, y le cogí de la mano para acompañarle con el coche, pero él rechazó y me dijo que la mezquita estaba cerca y que él prefería ir andando a la mezquita.
No recordaba cuándo era la última vez que había entrado en una mezquita, pero era la primera vez que sentía miedo y arrepentimiento de todo el tiempo que ha había pasado.
La mezquita estaba llena, pero encontré sitio para Salem en primera fila, escuchamos el discurso del viernes y yo rezé a su lado.
Iba a ignorar su petición, pero le di el Corán para que no se sintiera mal. Me pidió que abriese el Corán en la sura de La Cueva (18). Es aconsejable leer esta sura cada viernes.
Le busqué la sura. Sentía ganas de llorar pero intenté controlarme, pero no pude y empezé a llorar
Era mi hijo Salem, le abrazé, le miré y pensé que no era él el ciego, sino yo, el que seguía a mis amigos que me arrastraban hacía el camino del infierno...
Volvimos a casa. Mi mujer estaba precupada por Salem, pero su precupación se convertió en lágrimas cuando supo que yo había rezado el viernes.
Desde ese día no dejé de rezar las oraciones en la mezquita, y tuve nuevos amigos buenos y olvidé a mis ex-amigos. Empezé a leer mucho el Corán y a rezar más, y fuí a clases de religión.
Dejé todo lo malo que hacía anteriormente. Me sentí más cerca de mi familia. Desapareció la mirada de tristeza y de miedo de mi mujer.
Mi hijo Salem, con una sonrisa como si tuviera todo el mundo en sus mano, dió gracias a Allah por todo eso.
Un día mis amigos tomaron la decisión de viajar para explicar y hablar del Islam en zonas lejanas. No sabía que hacer, recé, consulté a Dios y le pregunté a mi mujer qué opinaba, yo pensé que iba a rechazar, pero ella aceptó.
Se puso contenta y me animó, porque yo antes nunca le consultaba y viajaba sin decirle nada, para hacer todo tipo de cosas reprobables. Fuí a mi hijo Salem para contárselo, me abrazó y se despidió de mi.
Pero Salem siempre estaba en el colegio o en la mezquita, le echaba mucho de menos, quería escuchar su voz. Y cada vez que decía a mi mujer que la echaba mucho de menos se reía de felicidad, excepto la última vez, su voz era diferente.
Le dije. "Le das mis saludos a Salem". Me respondió: "Vale" y se quedó callada.
Finálmente regresé a casa. Llamé a la puerta. Deseaba que Salem me recibiera, pero me abrió la puerta mi hijo Jaled, le abrazé y él gritaba:"Papá, papá, papá,...". Pero no me sentí bien.
La contemplé bien y le pregunté: "¿Qué te pasa?" Me contestó: "Nada." Me acordé de Salem y pregunté : "¿Dónde está Salem?" Bajó la cabeza y no contestó. Cayeron lágrimas de sus ojos.
Mi mujer no guantó, casi se caía al suelo de tanto llorar. Salí de la habitación.Despues supe que habia tenido una fiebre muy alta y habia muerto.
Cuando sientas que la Tierra es tan pequeña y sientas que estás ahogado de lo que llevas, llama a Allah. Si no ves salidas ni caminos ni esperanzas ¡LLAMA!, ¡SÚPLICA A ALLAH!
Allah quiso guiar al padre de Salem a través de su hijo vivo y muerto...
Esta es la historia que ha contado Jaled, el hermano de Salem, que ahora es un famoso especialista de la religión islámica.

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